Contar con diferentes tipos de personas en tu personal es muchas veces una ventaja. Esta diversidad acaba fortaleciendo la cultura con distintas maneras de ver y actuar. Sin embargo, apenas estamos empezando a entenderlo.
La reducción de las desigualdades es uno de los grandes objetivos humanos pendientes, prioritario incluso en la agenda de las Naciones Unidas para el 2030.
Diversidad e inclusión significan que todas las personas tengan igualdad de oportunidades sin importar su procedencia, creencias, orientación sexual, raza, capacidades, género, edad, experiencia, etc. Y no se trata solo de que puedan “acceder” a un empleo, sino que puedan ser quienes son en él y ser apreciadas por sus aportaciones. La experta en diversidad e inclusión, Verna Myers, lo resume así:
“Diversidad es que te inviten a la fiesta, inclusión es que te saquen a bailar.”
Sin embargo, para las empresas, más allá de ser, como ya sabemos, una obligación, lo que muchas veces se pierde de vista es que procurar contar con una plantilla incluyente, representa grandes beneficios para las mismas, pues ayuda a fomentar un ambiente laboral más equitativo, a contar con un abanico más amplio de competencias y una visión más extensa de las mismas, aumentando la creatividad y la innovación, y también mejora la calidad de vida para los colaboradores, y por ende la productividad de la empresa. En general, una fuerza laboral diversa representa una ventaja competitiva.
Además, evita fugas de talentos y evita desperdiciar capacidades. Por ejemplo, según varios estudios, el liderazgo de las mujeres en las empresas ha resultado en una influencia muy positiva sobre la transparencia, la gestión y la gobernanza, de la cual muchas veces las empresas se pierden por no evolucionar y permitir a las mujeres acceder a estos puestos.
A nivel social, contribuye en gran medida a igualar oportunidades para todos, lo cual a su vez abona al crecimiento económico y al bienestar general, un círculo virtuoso para personas y negocios.
Un estudio de la Universidad de Illinois pudo comprobarlo al verificar que las empresas con mayor inclusión y diversidad obtuvieron un retorno neto 53% mayor al de las empresas que no la tenían.
Otro ejemplo, esta vez a nivel nacional, según la OCDE, si en México hubiera equidad de género, el PIB per cápita aumentaría 13%.
¿Por dónde empezar? Pues bien, la mayor parte del trabajo de convertir una empresa en un sitio inclusivo, además del acceso a los puestos vacantes, se logra cambiando la cultura laboral interna e incluso la forma de trabajar, si es necesario, de manera que puedan funcionar en ella muchos diferentes tipos de personas.
Un buen ejemplo son los centros de neurodiversidad con los que cuenta P&G, y mediante los que integran a personas autistas, o con déficit de atención, quienes suelen tener grandes habilidades de procesamiento y análisis de información y pueden aportar mucho si las empresas están dispuestas a adaptarse a sus necesidades desde el principio.
Hay muchas formas de avanzar hacia la inclusión y la diversidad. Y aunque estos necesarios cambios pueden ser difíciles y llevar tiempo, las empresas pueden aportar mucho en ello y ser muy beneficiadas en el camino.
¡Convierte tu restaurante en un sitio donde las personas, con todas sus diferencias, puedan explotar su potencial al máximo!