La forma en que comemos evoluciona todo el tiempo. Y si bien, la comida a domicilio ya era una tendencia al alza antes de la crisis sanitaria, ahora mismo está en un gran pico de su auge que evidentemente no tiene vuelta atrás.
Hace mucho que la oferta no se limita a las clásicas pizzas, ni el público se limita a los estudiantes. Ya la oferta más gourmet y el público más exclusivo forman parte del arte de llevar alimentos y bebidas hasta la puerta del hogar o el trabajo.
Además, hoy el servicio a domicilio facilita la entrada a otros actores, más allá de los restaurantes tradicionales: las cocinas independientes.
Es un modelo con la máxima ventaja de reducir enormemente los costos de operación, por lo que incluso resulta útil para los grandes restaurantes cuyos comedores deben permanecer cerrados aún, o que simplemente tienen cocinas con bastante espacio como para preparar un menú diferente al principal; o que desean aprovechar su inventario para un tipo de cocina distinta a la de su concepto de marca (por ejemplo, un restaurante italiano que cuenta con todo para preparar burritos para envío a domicilio).
En México, por ejemplo, como efecto de la pandemia, Alsea ya convirtió en dark kitchens sus restaurantes Vip’s y El Portón. Y desde ahí venden comida de otras de sus marcas, como Chili´s o Corazón de Barro. Pero como ya dijimos, no tienes que ser un restaurante para tener una.
De hecho, es justamente ideal para quienes no cuentan con la fuerte inversión inicial, ni con el tiempo que implica montar un restaurante tradicional.
Esencialmente necesitas 3 elementos básicos: primero, una cocina con suficiente espacio y buen equipamiento, para crear un ambiente de trabajo eficiente y no malgastar el tiempo de los cocineros, y que cumpla con las normas sanitarias (debes conseguir todas las licencias y permisos necesarios, que por suerte son mucho menos que para un restaurante tradicional).
En segundo lugar, una computadora o tablet con internet, y, por último, un servicio de entrega a domicilio.
Si vas a iniciar de cero, considera que necesitas crear tu marca y su imagen, así sea solo virtual, así como un plan de mercadotecnia.
Luego, deberás enfocarte en ofrecer comida de calidad respetando los tiempos de entrega que indicaste a tus clientes en la app o página.
Por ejemplo: imagina que venderás crepas dulces y saladas, y que, por las posibilidades de tu cocina, equipamiento y espacio, solo producirás eso. Aun así, si quisieras que tu menú fuera más completo y atractivo, podrías, por ejemplo, asociarte con otro pequeño restaurante de tu zona que se dedique a vender ensaladas, para que haga una versión para acompañar tus crepas saladas; como si quisieras agregar helado entre tus opciones, podrías ofrecer una marca ya conocida de helado, o bien, asociarte con un productor de helado local que haga una versión especial para tus crepas, o simplemente distribuya su propia marca contigo.
Incluso, con o sin otros colaboradores, puedes diversificar tu oferta y crear varios restaurantes virtuales en la misma cocina. Por ejemplo, con una división de horarios (quizá uno con un concepto de desayunos, y otro para cenas); o bien, con una división de público (por ejemplo, si tienes una pastelería, puedes crear una marca de pasteles para eventos y otra de repostería saludable o para diabéticos).
En estas cocinas, la inversión inicial con respecto a un restaurante tradicional puede ser hasta del 80% menos, los gastos de nómina pueden ser hasta 90% menores y los gastos de operación en general hasta un 75%. Sin embargo, en lo que una dark kitchen definitivamente gastará (o debería gastar) más que un restaurante tradicional, es en la publicidad.
También para compensar la falta de una ubicación física, para las dark kitchens es aún más importante establecer una buena presencia online.
Como ves, las posibilidades de este modelo de negocio son infinitas, y, además, es posible cambiar la estrategia sobre la marcha conforme lo necesites de una manera mucho más sencilla. ¿Te anima a intentarlo? ¡Déjanos tus comentarios